Muchas enfermedades físicas y aún
psicológicas tienen que ver y son, en algunos casos, de origen asociado a trastornos de la columna vertebral. En la actualidad, el estrés, la vida
agitada y llena de conflictos personales, laborales, familiares y
sociales, hace que la mayoría de
personas, a nivel mundial suframos en grado menor o mayor, trastornos del
sistema nervioso, así como dolores crónicos en diferentes partes del cuerpo.
Generalmente, buscamos una
solución eficiente y de raíz, pero, a pesar de los avances clínicos la solución
continúa siendo un deseo, no sólo por parte del paciente sino también del
clínico, en este sentido, los
tratamientos con diversos fármacos y terapias ayudan, en algunos casos brindan
alivios duraderos y otras veces logran alivios temporales.
Una opción terapéutica que surge
a finales del siglo XIX y que en la actualidad del siglo XXI toma fuerza es la
Quiropraxia, su fundador David Palmer aportó grandes avances en la compresión
osteoarticular de la columna vertebral humana. Cabe resaltar que antes de
Palmer el interés por la columna vertebral se presentó desde que el ser humano
tiene memoria, por ejemplo, entre los griegos, Hipócrates ya hablaba de
necesidad de hacer elongaciones al cuerpo para distensionar la columna y
producir efectos de alivio corporal. Así mismo, en las culturas ancestrales, en
la medicina tradicional china, en el shiatsu Japonés y en los pueblos
americanos entre otros pueblos del mundo, el interés por la columna y por el
sistema óseo siempre ha estado presente, por ejemplo, en las culturas pre
incas, como lo expone Cabieses es sus apuntes de medicina tradicional, las
trepanaciones (cirugías “arcaicas” al cerebro) hoy en día resultan ser de gran
admiración por los conocimientos y perfección de las operaciones en lo remoto de
los tiempos. De ésta forma, Para el año 2000 un peruano, estudioso de
Quiropraxia anglosajona y a la vez heredero de conocimientos propios de los
hueseros del Perú, desde su experiencia de vida da forma a la hoy famosa
Quiropraxia Inka, reconocida en el Perú como parte de sus productos, con gran
valor para el mundo.
La Quiropraxia
Inka considerada por su fundador Amauta Iván Reyna Mercado como ciencia
milenaria del antiguo Perú, es producto de la unión, desde la observación
directa e indirecta, de la Quiropraxia anglosajona y el arte de los Hueseros
y/o sobanderos del continente sur-americano, de allí su incalculable valor al
servicio de la salud y equilibrio físico, mental y espiritual de las personas.
La adaptación de los saberes ancestrales pre incas e incas al espacio-tiempo
actual en el que surge la Quiropraxia inka permite que través de la valoración
de la columna vertebral se pueda aportar a la salud de trastornos fisiológicos de
las vértebras y discos intervertebrales una solución duradera y en algunos
casos permanente para muchos dolores.
A través de la experiencia que
dotan la ciencia y la confluencia de saberes ancestrales, en este caso puntual,
a través de la Quiropraxia Inka se está contribuyendo y dando apertura a la
comprensión, en una dimensión más amplia de la enfermedad, al sentido de la
integralidad humana. A través de la
atención que se presta a afectaciones como: escoliosis, hernias discal,
lumbalgia, ciática, contractura muscular dolorosa, falta de irrigación, etc., y
sus efectos nocivos sobre el organismo junto a las crecientes problemáticas de
estrés, estrés tensional y postraumático e incluso factores del estado de ánimo
que inducen a síntomas depresivos, la Quiropraxia Inka abre posibilidades de
solución, sin considerar que su efectividad convierta a esta técnica en la
panacea del siglo XXI, se reconoce que
su contenido ancestral la hace innegablemente benéfica para la salud y por
ende, el éxito mundial la convierte en
una de las mejores técnicas de Quiropraxia independientemente de los gustos
particulares de cada persona.
El principio que permite la
comprensión del quehacer sanador de la Quiropraxia Inka es el Kasay, palabra
quechua, que se traduce del quechua peruano, sobre todo el que se habla en
Cochabamba Perú como: Llave que abre la cerradura. El Kasay, término al que le
dedicaré en la posteridad un escrito puntual, como principio abre la dinámica
del dar-recibir-dar, desde afuera hacia adentro y/o desde adentro hacia afuera,
es decir desde el estado corporal físico exterior en el caso de la Quiropraxia
Inka, al estado corporal interior físico, mental y espiritual que repercute en
salud y ostenta desde la primera sesión soluciones eficientes a diferentes
traumas sin importar edad y padecimiento. Por tanto, el Kasay como principio de
esta técnica milenaria, aparte de contribuir al desbloqueo de nuestro sistema
nervioso a través de la manipulación vertebral, garantiza la reparación de
articulaciones dañadas en las diferentes partes del cuerpo así como sus
elementos anatómicos, cartílagos, ligamentos, tendones, etc., por estas razones
la técnica Inka supera en eficiencia a otros métodos más modernos ya conocidos.
El proceso de sanación que se
observa tras la aplicación del Kasay, en Quiropraxia Inka, actúa muy
rápidamente sobre subluxaciones, luxaciones, esguinces, y otras lesiones y
daños agudos o crónicos a nivel de todas las articulaciones y órganos del
cuerpo humano pues al considerarse como la llave que abre la cerradura, gracias
al Kasay, cada paciente inicia un proceso seguro de sanación en el cual, el
papel del terapeuta solo se limita a enviar información al sistema del paciente
a través del impacto físico que ocasiona el estado transitorio del Kasay en
beneficio de la salud del paciente.


